Londres.
8 de Julio de 2012. Estos dos datos siempre serán recordados por el mundo del
tenis. En el histórico All England Club, en la cubierta por la lluvia Pista
Central, la hierba de Wimbledon vio como un jugador que 9 años antes había llorado
de alegría por primera vez al levantar la copa Dorada, volvía a llorar por
séptima vez. Mucho ha cambiado desde la primera vez que levantó el trofeo de
Wimbledon hasta la, por ahora, última. El Federer que ganó por primera vez era
un joven con coleta, con mucho saque y red, que llevaba ya un par de años
demostrando calidad en su tenis. Su victoria en Octavos de final del torneo
londinense en el año 2001 contra un tal Pete Sampras siempre será recordada.
Ahora Roger
Federer es un hombre con 30 años (31 el próximo 8 de agosto). Está casado con
Mirka, y tiene dos guapísimas gemelas. Muchas son las ocasiones en las que lo
han “enterrado”. Decían que ya nunca volvería a ganar un Grand Slam, que su
nivel no era suficiente para aguantar dos semanas. La edad, la familia, etc.
Federer ha callado todas esas bocas. Pero Roger no juega para callar bocas.
Juega para ganar. Juega para entrar en la historia. Y ya se puede decir alto y
claro: Roger Federer es historia viva de este deporte.
Podría estar
un día entero redactando su palmarés (17 Grand Slams, 20 Masters 1000, Un oro
Olímpico en dobles), etc, además del récord de semanas como número 1 que hoy
iguala con Sampras en 286 en la cima de la ATP, y que seguramente
superará. Su nivel es mucho más que eso.
Ha ido evolucionando con el paso de los años. Con el paso de los rivales. Con el
nivel de exigencia. Ha dominado el tenis con puño de hierro y mano de seda
durante 5 años seguidos, sin dejar casi nada por ganar a sus rivales. Pero apareció
Nadal, y su lucha sin cuartel con el español lo convirtió en el mayor duelo
deportivo que se haya podido ver en la historia de este deporte. Nadal le quitó
muchos torneos, y le hizo soltar lágrimas en Australia. Ahí muchos pensaron que
la época de Federer se había acabado. Estaban equivocados. Llegó Roland Garros
y Roger Federer consiguió su particular Grand Slam (cerrar el círculo de los
cuatro grandes). Llegó Wimbledon, y volvió a hacer historia en la hierba
inglesa. Federer volvió a demostrar que seguía muy pero que muy vivo.
En 2010,
el Open de Australia fue su último grande en sus vitrinas. Cerraba su
particular dato en 16 trofeos. Apareció otra vez Nadal para ser nº1 tras sus
victorias en Francia y Londres. Pero el año 2011 no fue el año de Nadal, sino
de Novak Djokovic. El ciclón serbio hizo que se volviera a pensar que el suizo
de Basilea jamás volvería a disfrutar de verse por encima de los demás. Pero tras
su victoria en la Copa Masters del pasado año, se volvió a ver al genio Roger
al máximo nivel. Este año ha ganado varios títulos, ha llegado lejos
(semifinales) en Australia y en Francia, pero faltaba la guinda. Y la guinda ha
sido ganar Wimbledon. Se cierra el círculo.
El ave
Fénix ha vuelto a renacer de sus cenizas, y con más fuerza que nunca. Tenemos Federer
para rato.
Hasta
que este fenómeno no cuelgue la raqueta no podremos hacernos idea de lo que ha
significado Roger Federer para el tenis. Larga vida al rey Federer.
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