Corría
el 20 de Noviembre del año 2011 cuando Mariano Rajoy conseguía lo que en otras
dos ocasiones no había podido: llegar al Palacio de la Moncloa. El Partido
Popular volvía al Gobierno tras siete años de, podemos llamarlo así, gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero. Todos sabíamos que la tarea a la que el
gallego se iba a enfrentar iba a ser una tarea muy complicada, pero el que
mejor lo sabía era el propio Rajoy. La labor de sus predecesores al frente del
país no había sido la más idónea, pero tocaba cargar con la responsabilidad e
intentar recuperar a España de esta situación lo más rápido y mejor que se
pudiera.
Los primeros
meses de gobierno pasaban con una serie de reformas y de recortes que, para qué
negarlo, no le hace gracia ni al mismo Partido Popular, cosa que también era en
parte debido a una herencia socialista que resultaba ser peor aún de lo que hasta
los más negativos y pesimistas esperaban. Un descontrol del déficit al que hay
que culpar tanto a ayuntamientos como a comunidades autónomas, pero también hay
que responsabilizar al Gobierno central, máximo responsable de todo lo que
concierna al Estado español. Pasaban las
semanas y las reformas, y el estado de la crisis parecía el mismo. El paro
seguía (y sigue) subiendo y el estado del bienestar parecía alejarse cada vez
más.
Pero no
voy a seguir haciendo una descripción biográfica de los meses que Mariano Rajoy
lleva al frente del Gobierno, apenas unos catorce. Voy a hablar de algo mucho
más grave, que no es otra cosa que las tareas que hoy día están haciendo
diversos medios de comunicación en contra de la estabilidad del PP y del
Gobierno, apoyados por un Partido Socialista que alienta estas acciones y que
quiere ganar en la calle lo que no consiguió en las urnas.
Sindicatos,
grupos sociales, PSOE, IU y medios afines a la izquierda política española
prefieren pelear en la calle, protestarlo todo e intentar malmeter contra Rajoy
y sus ministros –sobre todo contra el señor Wert- en vez de proponer
alternativas creíbles, reales y realizables, aunque muchos esperamos poco o nada
de un Rubalcaba que ya formó parte de un grupo de trabajo que acabó con la
prosperidad dejada por Aznar y que malgastó el dinero en Planes E, subvenciones
sin sentido, y demás temas que da miedo recordarlos.
Ahora están
saliendo a la luz unos supuestos papeles del ex gerente y tesorero –en este
último cargo, recordemos, solo estuvo un año- Luis Bárcenas, imputado en el
Caso Gurtel, y que según El País y El Mundo, desenmascaran un conjunto de pagos
en dinero negro a cargos del Partido Popular, entre ellos Rajoy, Cascos,
Arenas, etc. Acusaciones muy graves, repito, gravísimas, cuando las únicas “pruebas”
que dan estos medios son una serie de fotocopias de papeles manuscritos
supuestamente escritos por el señor Bárcenas. Pues bien, Bárcenas ya ha dicho
que ni esos papeles existen ni esa letra es suya. Si antes se creía que esos
papeles eran de Bárcenas, ahora por qué no se va a creer al ex dirigente
popular cuando dice que es falso.
A lo
que quiero llegar, es que cuando gobierna el Partido Socialista, los casos de
corrupción y los escándalos públicos parece que quedan en un segundo plano. ¿O
acaso nos vamos a olvidar del escándalo de los ERES fraudulentos en Andalucía,
el caso Pallerols en Catalunya, el Caso Campeón, o la Operación Pokemon? Lo que
ocurre es que hay muchos sectores de la vida pública que no aceptan que una
inmensa mayoría de españoles votara por Rajoy y su equipo. Creen que el
Gobierno es coto privado para los socialistas y sus amigos comunistas de IU. Hay
que aceptar que el pueblo decidió confiar en el PP, aunque a muchos les duela. Pero
yo confío en Rajoy. Yo confío en el Partido Popular. Y confío en la honestidad
de la mayoría de las personas que entran en el mundo de la política, ya sea a
nivel local, regional o nacional, por vocación de servicio público. Que nadie
se olvide de ello, que en política hay mucha gente honrada y muy buena, y
podría dar muchos nombres.
Ya está
bien de manipulaciones por parte de ciertos periódicos. Ahora toca confiar en
la justicia. Seguro que pone a cada uno en su sitio. Será bueno para la
democracia. A buen seguro que todo se aclarará y muchos tendrán que pedir
perdón y dar muchas explicaciones y rectificaciones.
Ciertamente, hay muchas razones para confiar en Rajoy, pero hay más para confiar en la Nación española y los españoles. Rajoy, español, tiene mi apoyo, pero que mantenga la alerta sobre quienes le rodean.
ResponderEliminarYo también confío en que Rajoy siga entregando soberanía a Alemania y siga rescatando bancos. Ánimo Rajoy eres el capitán perfecto del España Concordia
ResponderEliminar