domingo, 20 de enero de 2013

Decepción de grana y oro

No me puedo considerar murcianista. Ni siquiera puedo reconocer sentir un especial afecto por el equipo más allá que representa a mi Región. Por ello, creo que hablo desde la objetividad, sin los corsés del amor a unos colores o desde el resentimiento cuando la cosa no va bien. 

El año pasado, tras el excelente ascenso llevado a cabo por Iñaki Alonso, el equipo parecía asentarse muy fácil de nuevo en la categoría de plata. Una primera vuelta más que notable hacía pensar que las cosas iban por el buen camino. El equipo no enamoraba, pero tampoco se descosía. Pues buen, a final de temporada, se tuvo que dar gracias a que el Villarreal descendió a Segunda y automáticamente mandaba a su filial a la categoría de bronce. Gracias a esa desgracia amarilla se consiguió evitar poner las carnes de nuevo en la tan complicada Segunda B y no caer en un abismo casi insuperable.

Acabada la Liga, se decidió hacer cambio de caras y de cromos, prescindir del vasco Alonso y confiar en Siviero, ex entrenador del At. Baleares, un equipo hecho a golpe de talonario en Segunda B (con jugadores de nivel como Antoñito, Perera, Izquierdo, Lawal, etc) y que no pudo alcanzar la meta marcada en verano, que no era otra que ascender. Muchos jugadores salieron para dejar paso a otros muchos, varios de ellos de la Liga argentina. Tragliafico, Mauro, Gómez, Nico, etc daban acompañaban a su compatriota Siviero en esta nueva aventura.

La Liga no empezó nada mal, con victorias de mérito como la conseguida en Gijón o la que lograron ante el Elche en Nueva Condomina. Parecía que el play-off era un objetivo asequible para una plantilla que intentaba jugar, dominar el partido, y que parecía jugar casi de memoria en ciertas fases de la temporada. Pero los malos momentos y los fantasmas del final de Liga con Iñaki Alonso. Una serie de malos resultados que se han colmado con la derrota tan dolorosa como vergonzante del equipo hoy en Córdoba.

En mi opinión, son muchos los motivos para ver esta imagen del Murcia:

1) Falta de compromiso por parte de muchos jugadores. Son muchos los futbolistas del equipo que no parecen saber lo que es ser un deportista profesional. Salidas nocturnas son  más noticia que los goles que marcan en los partidos, y la afición -con razón- no tolera esas faltas de respeto a una masa social cada vez más desencantada con el equipo.

2) Un equipo sin gol no puede aspirar a superar la mediocridad. El Real Murcia tiene varios delanteros en nómina, pero ninguno de ellos le garantiza una cantidad de goles considerable para considerarle como un killer a lo Javi Guerra en el Valladolid o Iago Aspas en el Celta el pasado año. Ruso, Chando, Kike. Tres nombres que no consiguen acabar de asentarse, y eso con un equipo que quiere aspirar a algo más que estar en media tabla, se muestra insuficiente. Además, tras la salida de Chando se espera la llegada de un delantero, cosa que por ahora no se ha producido.

3) El número de tarjetas rojas en este equipo puede marcar un récord en la categoría. Extraño es ver una crónica del Real Murcia y no ver en la sección de amonestaciones una o varias tarjetas rojas que lastran un equipo. La sanción a Matilla, mejor jugador del equipo, tampoco ha ayudado a que el equipo vaya hacia arriba. Además, con tantas sanciones -bien por acumulación bien por tarjetas rojas- no le permite a Siviero poder hacer un once tipo y asentar las bases de un futuro prometedor.

4) La autoridad de Siviero se resiente. Que los jugadores no creen en su entrenador es algo que se sabe y lo peor de todo, se demuestra en los partidos. Además, decisiones muy polémicas como premiar a discípulos suyos que llegan tarde de las vacaciones sin dar una explicación antes que a aquellos que cumplen con las reglas, tampoco ayudan a que su mensaje cale en el vestuario. La afición, reticente desde el primer día que se supo que el ex del Baleares se hacía cargo del equipo, tampoco acaba de creerse su discurso futbolístico. 

5) Samper parece más centrado en otras cosas que en gestionar el club. Jesús Samper está ausente, delegando en exceso en Chuti y en su hermano. Cuando las cosas no van bien, o como en este caso, van mal, ver al líder de la nave aparecer y tranquilizar los ánimos siempre ayuda. Pero, a día de hoy, se le sigue esperando, ya sea en forma de destitución del entrenador, en forma de fichajes, o simplemente aportando una calma necesaria.

Está claro que solo es la opinión de alguien que vive el murcianismo desde la barrera de un aficionado imparcial, que disfruta con el fútbol, y que en estos momentos, se entristece con ver a una afición dolorida, avergonzada, y poco identificada con aquellos futbolistas que semana tras semana se empeñan en no dejar en buen lugar el escudo del Real Murcia.

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